Argumentos en contra de la presuncin de la custodia compartida en la ley familiar internacional

 

Arguments against the presumption of joint custody in international family law

 

Argumentos contra a presuno de guarda conjunta no direito internacional da famlia

 

 

 

Kathya Susana Burbano-Iiga I
kathyasusanaburbano@hotmail.com 
https://orcid.org/0009-0000-4705-3490
 

 

 

 

 

 

 

 


Correspondencia: kathyasusanaburbano@hotmail.com

 

 

Ciencias Sociales y Polticas

Artculo de Investigacin

 

 

* Recibido: 10 de marzo de 2024 *Aceptado: 07 de abril de 2024 * Publicado: 05 de mayo de 2024

 

        I.            Consejo de la Judicatura, Magster en Derecho Constitucional, Ecuador.

 


Resumen

La introduccin del criterio del inters superior del nio como presuncin legal en el derecho de familia en la dcada de 1970 marc una importante transicin desde el criterio de preferencia materna en las disputas por la custodia de los hijos hacia el reconocimiento de la centralidad e importancia de ambos progenitores en la vida de los hijos tras la separacin de los padres. Paradjicamente, esta reforma dio lugar a un aumento en lugar de una disminucin de la custodia exclusiva de la madre determinada por los tribunales. A pesar de las slidas pruebas empricas en apoyo de la crianza compartida, la convergencia de gnero en las funciones de cuidado de los hijos y el creciente apoyo pblico a la crianza compartida, la idea de la crianza compartida como presuncin legal se ha encontrado con el escepticismo y la resistencia de algunos profesionales jurdicos y de la salud mental. En este artculo se analiza la evolucin de los argumentos en contra de la crianza compartida desde que se introdujo el concepto, a principios de la dcada de 1970, hasta la actualidad.

Palabras Clave: Custodia fsica compartida; Derecho de familia.

 

Abstract

The introduction of the best interests of the child criterion as a legal presumption in family law in the 1970s marked an important transition from the maternal preference criterion in child custody disputes toward the recognition of the centrality and importance of both parents in the lives of children after the separation of the parents. Paradoxically, this reform resulted in an increase rather than a decrease in court-determined sole custody of the mother. Despite strong empirical evidence in support of shared parenting, gender convergence in childcare roles, and growing public support for shared parenting, the idea of shared parenting as a legal presumption has met with opposition. skepticism and resistance from some legal and mental health professionals. This article examines the evolution of arguments against shared parenting since the concept was introduced in the early 1970s to the present.

Keywords: Joint physical custody; Family right.

 

 

 

Resumo

A introduo do critrio do melhor interesse da criana como presuno legal no direito da famlia na dcada de 1970 marcou uma transio importante do critrio de preferncia materna em disputas de guarda dos filhos para o reconhecimento da centralidade e importncia de ambos os pais na vida dos filhos. filhos aps a separao dos pais. Paradoxalmente, esta reforma resultou num aumento, e no numa diminuio, da guarda exclusiva da me determinada pelo tribunal. Apesar das fortes evidncias empricas em apoio parentalidade partilhada, convergncia de gnero nas funes de cuidados infantis e ao crescente apoio pblico parentalidade partilhada, a ideia da parentalidade partilhada como uma presuno legal encontrou oposio e resistncia por parte de alguns profissionais jurdicos e de sade mental. . Este artigo examina a evoluo dos argumentos contra a parentalidade partilhada desde que o conceito foi introduzido no incio da dcada de 1970 at ao presente.

Palavras-chave: Guarda fsica conjunta; Famlia, certo.

 

Introduccin

A pesar del fuerte apoyo pblico y de las crecientes pruebas empricas a su favor, la crianza compartida como presuncin en el derecho de familia ha sido recibida con escepticismo entre los profesionales del derecho y de la salud mental. A medida que han proliferado las pruebas de investigacin sobre los resultados en la infancia y la familia que apoyan la crianza compartida como fundamento del derecho de familia, tambin han evolucionado los argumentos en contra de la crianza compartida. Desde la dcada de 1970, tras la introduccin del "criterio del inters superior del nio" en el derecho de familia internacional, un criterio neutro en cuanto al gnero sustituy a los estatutos de preferencia materna. Con ello se pretenda fomentar un mayor reparto de la responsabilidad parental de los hijos tras la separacin de los padres. Sin embargo, tres "oleadas" distintas de argumentos contra la crianza compartida han puesto a la defensiva a investigadores y defensores de la crianza compartida. Estos argumentos hacen recaer la carga de la prueba sobre los defensores de la doble residencia como alternativa legal viable. Como escribi Kelly (1991): "Resulta irnico, y hasta cierto punto interesante, que hayamos sometido la custodia compartida a un nivel y a una intensidad de escrutinio que nunca se dirigi hacia el acuerdo tradicional posterior al divorcio (custodia legal y fsica exclusiva para la madre y dos fines de semana al mes de visitas para el padre)" (p. 55), a pesar de que cada vez hay ms pruebas de que la custodia compartida es una alternativa legal viable.

Los acuerdos tradicionales de custodia exclusiva eran menos enriquecedores y estabilizadores para los nios y las familias.

Estas "oleadas" de argumentos en contra de la crianza compartida como premisa del derecho de familia fueron, en primer lugar, un rechazo rotundo de la crianza compartida como una nocin inviable y absurda; en segundo lugar, refutaciones ms concentradas y profundas; y, en tercer lugar, un reconocimiento cauteloso pero creciente de que la idea podra tener algn mrito. Hoy nos encontramos en un momento decisivo en lo que respecta al reconocimiento y establecimiento de la crianza compartida como lo mejor para la mayora de los hijos de padres divorciados, y como algo beneficioso tambin.

En la primera de estas oleadas, uno de los primeros argumentos importantes contra la custodia legal compartida fue que restara poder a las madres, permitiendo a los padres controlar a sus hijos y a sus exmujeres sin ninguna demostracin de responsabilidad en el cuidado de los nios por su parte (Polikoff, 1982; Weitzman, 1985). Se argument que "la bsqueda de la igualdad simblica ha conducido al sacrificio de la equidad" (Fineman, 1988, p. 4).

Varias acadmicas feministas argumentaron que cuando las disposiciones de custodia compartida siguen parecindose de facto a la custodia materna exclusiva, se mantienen en la prctica el papel y las funciones sociales de las madres custodias, pero disminuyen sus derechos legales y el control sobre la vida de sus hijos. La consecuencia negativa de esto se argumentaba, era que la asuncin de los derechos parentales en ausencia de una responsabilidad compartida en el cuidado de los hijos tiene el potencial de provocar graves abusos, y desde el punto de vista de los nios, la custodia compartida" carece de sentido. A pesar de las pruebas de que los padres con custodia compartida estaban de hecho significativamente ms implicados en la crianza de los hijos que los padres sin custodia legal, se argument adems que el potencial de abuso e inequidad sigue existiendo en aquellos casos en los que se concede la patria potestad sin el correspondiente requisito de responsabilidad activa en el cuidado de los hijos.

Otra preocupacin sobre la concesin de la custodia compartida a los padres era la suposicin de que la principal motivacin de los padres divorciados que buscaban la custodia compartida y acuerdos de paternidad compartida era evitar las obligaciones de manutencin de los hijos (Polikoff, 1982). Los investigadores de la paternidad (Ambrose, Harper y Pemberton, 1983; Greif, 1979; Hetherington, Cox y Cox, 1976; Jacobs, 1986; Kruk, 1992; Lamb, 1981; Lund, 1987) examinaron esta cuestin. Esta investigacin lleg a la conclusin de que, aunque los padres consideraban que el concepto de paternidad compartida abarcaba tanto los derechos como las responsabilidades parentales, su motivacin principal era mantener una relacin cotidiana significativa con sus hijos. Los padres experimentaban una profunda reaccin de dolor ante la ausencia de sus hijos y se vean a s mismos en alto riesgo de alienarse de sus hijos dentro de los acuerdos tradicionales de custodia y acceso. (Kruk, 1992) Una vez que se estableci que los motivos de los padres para mantener relaciones significativas con sus hijos eran genuinos, y que los acuerdos de cuidado fsico compartido eran su objetivo deseado, las tres oleadas de argumentos contra la crianza compartida empezaron a desarrollarse en serio. La primera ola se basaba en una forma anticuada de teora del apego que se centraba en la necesidad de los nios de mantener el apego con su cuidador principal y la supuesta posicin natural de la madre como progenitora principal.

La segunda ola se centr en la exposicin de los nios a un alto grado de conflicto y violencia familiar en los acuerdos de paternidad compartida; estos argumentos persistieron a pesar de la falta inicial de investigacin sobre la relacin entre ambos. Por ltimo, la tercera oleada de argumentos reconoca que la crianza compartida poda ser beneficiosa para la mayora de los nios, pero adverta contra la idea de las presunciones en el derecho de familia, centrndose en subgrupos de nios y familias como los nios de familias muy conflictivas, o los bebs y los nios muy pequeos. Una vez ms, estos argumentos persistieron a pesar de las nuevas investigaciones que apoyaban la crianza compartida y que cuestionaban los supuestos obsoletos sobre estas poblaciones.

Cabe sealar que los argumentos contra la presuncin legal de custodia compartida no han seguido una progresin directa. Adems, cada una de las oleadas de objeciones, aunque cuestionadas por la investigacin actual, persiste en algunos sectores. Sin embargo, la aparicin de investigaciones ms slidas sobre los resultados de los nios en familias con custodia compartida en una amplia variedad de circunstancias ha llevado a un momento decisivo en el que est surgiendo un consenso respecto a la custodia compartida como ptima para el inters superior del nio y acorde con su bienestar.

 

 

 

La primera ola: Argumentos contra la custodia compartida

Una vez que se estableci que los padres estaban menos interesados en buscar una autoridad legal conjunta para la toma de decisiones que en criar activamente a sus hijos, los argumentos en contra de la crianza compartida cobraron toda su fuerza. La primera oleada de objeciones a la presuncin legal de paternidad compartida se basaba en gran medida en versiones anticuadas de la teora del apego que se centraban en la necesidad de los nios de mantener el apego con sus madres como cuidadoras principales (Bowlby, 1969).

Estos argumentos no tenan en cuenta las nuevas reformulaciones de la teora del apego basadas en la investigacin, que hacan hincapi en el apego primario de los nios a ambos progenitores, ni la creciente popularidad del cuidado compartido en las familias biparentales.

La primera lnea de ataque contra la crianza compartida fue el argumento del yo-yo". Este argumento sugera que la crianza compartida era intrnsecamente inestable para los nios, que seran "zarandeados como un yoy". Los traslados recurrentes entre hogares, segn esta opinin, pondran a prueba la adaptacin de los nios y crearan una sensacin de inestabilidad e inseguridad (Goldstein, Freud y Solnit, 1973). Aparte de los problemas logsticos, trasladarse repetidamente de un hogar a otro, tener que seguir dos conjuntos de normas y enfrentarse a expectativas parentales potencialmente diferentes provocara estrs y confusin. Los nios podran tener dificultades para adaptarse a los traslados frecuentes y necesitar una base segura. Se consideraba perturbador y confuso para los nios tener dos hogares donde se encuentran con dos estilos de vida y sistemas de valores diferentes.

Un nio "rebotado" de un progenitor a otro podra enfrentarse a diferentes estilos de crianza, y podra encontrar conflictos de lealtad. As pues, los crticos de la paternidad compartida hacan hincapi en la vulnerabilidad del nio y en su necesidad de un estilo de vida coherente y predecible.

Los defensores de la primera ola tambin advertan de los problemas causados por las continuas separaciones de los nios de su figura de apego primaria, que, en la mayora de las familias, se argumentaba, es la madre. Desde este punto de vista, las separaciones podran impedir que los nios ms pequeos, en particular, desarrollaran vnculos seguros con su madre, generando as dificultades en etapas posteriores de su vida. Los primeros trabajos de Bowlby (1969) y Goldstein et al. (1973) fueron invocados para ilustrar la importancia central de que los nios mantengan vnculos con su figura de apego primaria, que se vera comprometida en un acuerdo de crianza compartida. El concepto ya abandonado de Bowlby de monotropa, la idea de que los nios establecen relaciones de apego con un nico cuidador y que esta primera relacin sirve de base y modelo para todos los vnculos de apego posteriores, fue la base de la propuesta de que los nios pequeos tienen un progenitor psicolgico al que se le debe conceder la autoridad exclusiva para tomar decisiones, incluida la autoridad para determinar si los nios tienen una relacin con el otro progenitor y en qu medida (Goldstein et al., 1973).

-Pruebas que refutan los argumentos de la primera ola

En refutacin a la primera oleada de argumentos contra la crianza compartida, la teora del apego se ha modificado para dar cabida a las pruebas de que los nios establecen fuertes vnculos y relaciones de apego con ambos progenitores y muestran una notable tenacidad para mantenerlos en diversas condiciones (Lamb y Kelly, 2009).

En la dcada de 1970 se realizaron varios estudios para determinar si los dos hogares socavan la estabilidad. Greif (1979) concluy que la preocupacin por el trastorno que supone tener dos hogares rara vez es una preocupacin de los propios miembros de las familias con custodia compartida. Abarbanel (1979) observ a familias con custodia compartida en California y descubri que los nios se sentan "en casa" en ambos entornos y se vean a s mismos viviendo en dos hogares. Stack (1976) argument que la custodia exclusiva priva a los nios de estar expuestos a otra visin del mundo por parte del progenitor no custodio, que podra prepararlos mejor para la vida en una sociedad pluralista. Haciendo hincapi en la resistencia del nio y en su necesidad de recibir estmulos de diversas fuentes, tambin seal que la custodia exclusiva puede cortar los lazos del nio con todo un grupo de parientes, mientras que la custodia compartida permite que el grupo de apoyo del nio se ample, incluyendo no slo a ambos progenitores y a sus parientes, sino tambin a los nuevos amigos de cada progenitor. Actualmente est bien establecido que el nivel de estrs de los nios se reduce y que la adaptacin a la separacin de los padres mejora en los acuerdos de custodia compartida, en contraposicin a la custodia exclusiva. En lo que respecta a las medidas de bienestar fsico, psicolgico, emocional y social, tanto especficas del divorcio como de adaptacin general, los nios que viven en hogares de cuidado compartido obtienen resultados significativamente mejores que los nios que viven en otros tipos de hogares.

Acuerdos (Bergstrom et al., 2013; Fransson, Lftman, stberg, Hjern, & Bergstrm, 2017; Nielsen, 2014; Turunen, 2017).

El principal defecto del argumento del progenitor principal o la figura de apego es que se basa en investigaciones y formulaciones de la teora del apego obsoletas. Ya en 1972, Rutter lleg a la conclusin de que "el vnculo principal no tiene por qu ser con el padre biolgico, no tiene por qu ser con el cuidador principal y no tiene por qu ser con una mujer, ya que se requiere un enfoque menos exclusivo en la madre. Los nios tambin tienen padres (Rutter, 1972, p. 125). El propio Bowlby (1973) acab reconociendo que no es ms probable que los nios estn firmemente apegados a las madres que a los padres.

Actualmente est bien establecido que los nios forman vnculos de apego primarios con ambos padres en la misma etapa de su desarrollo (Lamb y Kelly, 2009). Las relaciones que abarcan una serie de actividades y contextos, con separaciones mnimas, son vitales para preservar estos vnculos con ambos progenitores. Segn la investigacin actual sobre el apego, despus de que los padres se separen, las veladas y las noches ofrecen oportunidades para interacciones cruciales y actividades de crianza que las "visitas" diurnas no pueden proporcionar, incluyendo el bao, calmar heridas y ansiedades, rituales a la hora de dormir, consuelo en medio de la noche, y el consuelo y la seguridad de acurrucarse por la maana despus de despertarse (Warshak, 2014, este nmero). Estas actividades cotidianas crean y mantienen la confianza de los nios en sus padres, a la vez que profundizan y refuerzan los vnculos entre padres e hijos. Los lactantes y los nios muy pequeos no pueden tolerar separaciones prolongadas de sus figuras de apego, y las relaciones tanto con sus madres como con sus padres afectan profundamente a su adaptacin. Cuanto ms ricas, profundas y seguras sean las relaciones entre padres e hijos, mejor ser la adaptacin del nio a las transiciones familiares, tanto si los padres viven juntos como si no. Cuando ambos progenitores han participado activamente como cuidadores en la vida de los bebs, las oportunidades frecuentes y continuas de interaccin rutinaria con ambos progenitores son cruciales para el bienestar de los nios tras la separacin de los padres (Lamb y Kelly, 2009). Ms recientemente, Fabricius y Suh (2017) descubrieron que los adultos jvenes que pernoctaban con sus padres antes de los 3 aos tenan mejores relaciones con ambos progenitores que aquellos que no pernoctaban. Estos beneficios se mantuvieron incluso despus de controlar el conflicto parental y el sexo y la edad de los nios en el momento de la separacin. Los beneficios tambin se mantuvieron para los padres que inicialmente estaban en desacuerdo sobre las pernoctaciones, cuando el plan de crianza con pernoctacin se impuso a pesar de las objeciones de uno de los padres.

Existe un consenso cada vez mayor en torno a la idea de que los arreglos residenciales compartidos para lactantes y nios muy pequeos son un factor de proteccin (Warshak, 2014). Especialmente cuando los nios son pequeos, sus interacciones con ambos progenitores deben ser regulares y rutinarias y deben incluir noches en vela y crianza compartida. (vase Warshak, en este nmero).

Ms all de la infancia, los nios en edad preescolar siguen siendo muy vulnerables. Dcadas de investigacin han documentado la vulnerabilidad de los nios pequeos a la depresin despus de la infancia.

Divorcio de los padres, confusin sobre la naturaleza de las familias y las relaciones interpersonales, tendencia a culparse a s mismos por el conflicto y el divorcio de sus padres, regresin en el comportamiento y el desarrollo general, miedo a que les echen o les sustituyan, juego sin alegra, preocupacin por intentar encajar objetos y aoranza del progenitor ausente. Mantener una relacin con ambos progenitores en el marco de la coparentalidad protege a los nios de estos sntomas (Lamb y Kelly, 2009).

La refutacin del argumento del progenitor principal no ha disuadido a quienes se oponen a la crianza compartida. Aunque reconocen que los nios pueden establecer vnculos afectivos con ambos progenitores, los detractores siguen argumentando que las madres deberan conservar su papel de cuidadoras principales de los nios en el da a da, y que es perjudicial para el bienestar de los nios alterar el statu quo de los cuidadores (Boyd, 2003). Desde esta perspectiva, los acuerdos de custodia exclusiva tras la separacin no eran ms que la continuacin de los acuerdos existentes de cuidado de los hijos, vitales para mantener la sensacin de estabilidad y previsibilidad de las rutinas y relaciones de cuidado de los hijos. Se argumentaba que, al solicitar la custodia compartida y alterar el statu quo del cuidado de los hijos, el padre sustentador slo pretenda eludir sus obligaciones de manutencin de los hijos, invocando el estereotipo del "padre vago". Sin embargo, este argumento no tiene en cuenta la convergencia de gnero en las funciones de cuidado de los hijos en las familias contemporneas (Bianchi, 2000; Marshall, 2006). Los anlisis actuales indican que las madres y los padres empleados dedican una cantidad de tiempo comparable al cuidado de sus hijos.

Por trmino medio, las madres empleadas dedican 11,1 horas semanales al cuidado directo de sus hijos y los padres dedican 10,5 horas, una divisin del 51% al 49% (Higgins & Duxbury, 2002, 2012). Aunque trabajan ms horas fuera de casa que las madres, los padres jvenes pasan una media de 4,3 horas al da con sus hijos en, solo 45 minutos menos que las madres de (Galinsky, Aumann y Bond, 2009).

Bianchi (2000) atribuy la convergencia de gnero en el cuidado infantil a seis factores: (a) la reasignacin del tiempo de las madres al trabajo de mercado fuera del hogar (el tiempo de cuidado de los nios disminuye a medida que ha aumentado el tiempo de trabajo); (b) las sobreestimaciones del tiempo materno con los nios en investigaciones anteriores (se asuma que todo el tiempo en casa se inverta en el cuidado de los nios, cuando en realidad se dedicaba una gran cantidad a tareas domsticas que no implicaban a los nios); (c) las familias ms pequeas han reducido el tiempo total con los nios pequeos; (d) cada vez ms nios en edad preescolar pasan tiempo en guarderas y grupos de juego, independientemente de la situacin laboral de la madre; (e) la organizacin del tiempo de las mujeres ha facilitado un aumento relativo de la participacin de los padres en el cuidado de los nios; y (f) la tecnologa, como los telfonos mviles, ha permitido a los padres estar "de guardia" sin estar fsicamente presentes con los nios. Dadas estas realidades en las familias contemporneas, la paternidad compartida refleja ms fielmente los acuerdos sobre el cuidado de los hijos antes del divorcio que la custodia fsica exclusiva, si se acepta la afirmacin de que los papeles despus  

del divorcio deberan estar determinados por los papeles antes del divorcio.

En resumen, la afirmacin de que las madres son las principales cuidadoras de los hijos antes del divorcio est, para la mayora de las familias, desfasada.

 

La segunda ola: Argumentos contra la custodia compartida

La segunda oleada de argumentos sostiene que la custodia compartida exacerba el conflicto y puede conducir a la violencia entre padres que ya estn en conflicto por los acuerdos de custodia de los hijos. En este caso se argumenta que la custodia compartida aumentar el conflicto entre los padres, y que los padres que ya estn en conflicto aumentarn su animosidad porque la custodia compartida exige presumiblemente un alto grado de cooperacin entre los padres. Segn este razonamiento, la necesidad de cooperar y coordinarse perpetuar los conflictos que contribuyeron a la ruptura de la pareja. Por lo tanto, la custodia compartida slo es adecuada para padres poco o nada conflictivos que se llevan relativamente bien como padres. Adems, se argumenta que los nios con custodia compartida corren un mayor riesgo de experimentar lealtades conflictivas y triangularse. Se supone que las familias en litigio a las que se imponga la custodia compartida situarn a sus hijos en medio de sus conflictos.

Estas opiniones han tenido un profundo efecto en el mbito de la custodia de los hijos, ya que los tribunales han dictaminado bajo el supuesto de que la custodia compartida es inviable en situaciones en las que los progenitores estn en conflicto y, por tanto, son incapaces de cooperar. De este modo, las rdenes de residencia principal se imponen de forma rutinaria en los acuerdos determinados por los tribunales, a menos que los padres puedan demostrar su capacidad para cooperar.

-Pruebas que refutan los argumentos de la segunda ola

Hasta qu punto apoyan las pruebas empricas estos argumentos de la segunda ola contra la crianza compartida? Investigaciones anteriores (Johnston, Kline y Tschann, 1989) hallaron resultados ms negativos para las hijas, pero no para los hijos, de familias muy conflictivas que de familias poco conflictivas cuando los nios tenan "visitas" frecuentes con sus padres. Kelly (2007), sin embargo, seal que la cantidad de tiempo de custodia compartido podra no ser tan problemtica para los nios como las "visitas" frecuentes en familias muy conflictivas. Sugiri limitar la frecuencia de los intercambios entre los hogares y organizar las transiciones de modo que los padres no tuvieran contacto directo entre s. Tambin es posible que el conflicto disminuya ms rpidamente cuando los padres comparten la custodia fsica de sus hijos, ya que uno de ellos no se sentir marginado.

Tambin se ha argumentado que la custodia compartida expone a las mujeres y a los nios a la violencia familiar y al maltrato infantil. Los juristas feministas (Berg, 2011; Meier y Dickson, 2017), en particular, han argumentado que la custodia compartida se ordena de forma rutinaria en familias en las que ha habido un historial de violencia. Jaffe, Crooks y Poisson (2003) estimaron que en aproximadamente el 75% de los casos de custodia impugnada, el padre ha abusado fsicamente de la madre: "La custodia compartida es un intento de los hombres de seguir dominando a las mujeres... un principio esencial en el mbito de los divorcios conflictivos es que la custodia compartida y los planes de crianza compartida no son soluciones viables" (p. 213).

La violencia domstica y el maltrato infantil son cuestiones que los partidarios de la paternidad compartida se toman muy en serio. Por ello, una presuncin legal refutable de custodia compartida excluira los casos de violencia y maltrato infantil y diferenciara el conflicto grave de la violencia. Ser testigo de la violencia es una forma de maltrato infantil emocional, y todos los nios bajo una presuncin refutable gozaran de esta proteccin.

Otro punto importante para refutar los argumentos de la segunda ola es que los planes de custodia exclusiva "el ganador se lo lleva todo" podran exacerbar el conflicto interparietal y conducir a la violencia. Ms de la mitad de los casos de violencia familiar ocurridos por primera vez se producen en el momento de la separacin de los padres, a menudo en medio de disputas por la custodia en las que "el ganador se lo lleva todo" (Ellis & Wight-Pelase, 1986; Hotton, 2003). Johnston, Roselys y Kuehnle (2009) hablaron de la alta incidencia de violencia relacionada con la separacin" durante los procedimientos contenciosos por la custodia de los hijos. Cuando ninguno de los progenitores se ve amenazado por la prdida de sus hijos, es probable que disminuyan los conflictos o la violencia. La animosidad que pueden generar los acuerdos de custodia exclusiva parece hecha a medida para producir los peores resultados posibles cuando dos progenitores afectuosos y competentes no pueden ponerse de acuerdo sobre un plan de crianza, y el conflicto y la violencia se intensifican.

Durante muchos aos fue popular la postura de que la crianza compartida en situaciones de gran conflicto era perjudicial para los hijos. Sin embargo, ahora hay pruebas empricas slidas de que los nios pueden beneficiarse de la crianza compartida, incluso cuando sus padres no tienen relaciones cooperativas de bajo conflicto (Fabricius, Sotol, Diaz, & Braver, 2016; Nielsen, 2017). La crianza compartida podra crear un incentivo para la cooperacin de los padres.

Investigaciones ms recientes tambin han descubierto que la crianza compartida puede mejorar los efectos nocivos de los conflictos graves: Una relacin afectuosa con ambos progenitores es un factor de proteccin para los nios (Nielsen, 2017; Warshak, 2014). Los beneficios de la crianza compartida existen independientemente del conflicto entre los padres. La crianza compartida es beneficiosa para los nios tanto en situaciones de bajo como de alto conflicto. Excepto en situaciones en las que los nios corren el riesgo de sufrir daos fsicos o negligencia parental, el tiempo de crianza no debe limitarse en casos de alto conflicto, y el alto conflicto no debe utilizarse para justificar restricciones en el contacto de los nios con cualquiera de sus progenitores.

En lugar de privar a los nios del tiempo con uno de sus progenitores en familias muy conflictivas, es importante reducir el conflicto al que estn expuestos los nios. Se han desarrollado varias intervenciones especializadas para ayudar a los padres a reducir el conflicto, como la crianza paralela, la mediacin familiar teraputica, los programas de educacin para padres y la coordinacin de la crianza (Kruk, 2013). Una estrategia clave es mantener a los padres centrados en las necesidades de sus hijos y mejorar la sintona de los padres con las necesidades de sus hijos. La principal tarea teraputica en familias muy conflictivas es ayudar a los padres a separar sus hostilidades maritales previas de sus responsabilidades parentales actuales.

Por ltimo, los argumentos de la segunda ola no distinguen entre distintos niveles de conflicto. El conflicto es una parte normal de la vida cotidiana, y proteger por completo a los nios del conflicto cotidiano normal podra, de hecho, estar hacindoles un dao.

Perjuicio. El conflicto es una oportunidad para resolver disputas, sanar y reconciliarse. El conflicto no es intrnsecamente malo para los nios. Es el conflicto persistente y sin resolver que arrastra a los nios al medio lo que es perjudicial para ellos, y los nios necesitan estar protegidos de la violencia y el abuso. Sin embargo, en la mayora de los divorcios muy conflictivos, la violencia y los malos tratos no son un factor. La seguridad de los nios en la mayora de los divorcios est mejor garantizada cuando ambos progenitores participan activa y responsablemente en sus vidas, y cuando las instituciones sociales les apoyan en el cumplimiento de sus responsabilidades parentales (Kruk, 2013).

-La tercera ola: Argumentos contra la custodia compartida

La tercera ola de argumentos contra la custodia compartida reconoce que la custodia compartida puede ser beneficiosa para la mayora de los nios, pero advierte contra la idea de las presunciones en el derecho de familia, haciendo hincapi en que debe mantenerse el actual criterio discrecional del inters superior del nio. La tercera oleada de argumentos se dirige especficamente contra el establecimiento de una presuncin legal de custodia compartida en el derecho de familia. En la actualidad, el inters superior del menor sigue siendo el nico o principal criterio en el que se basan las decisiones legales sobre la paternidad despus del divorcio en la mayora de las jurisdicciones. Se argumenta que el "inters superior" del menor ser diferente en cada caso individual, dadas las circunstancias nicas de cada menor y familia. Por lo tanto, desde este punto de vista, es vital que el tribunal conserve su poder discrecional a la hora de tomar decisiones basadas en circunstancias particulares; evaluar cada caso por sus propios mritos debe seguir siendo la piedra angular del derecho de familia. Una presuncin legal de custodia compartida se argumenta, dara prioridad a los derechos de los padres sobre el bienestar de los nios.

La norma del inters superior del menor se presenta como neutral en cuanto al gnero, flexible y fcil de aplicar. Se afirma que la norma proporciona una red de seguridad para garantizar que la seguridad y el bienestar de los nios estn protegidos en la mayor medida posible, especialmente en familias violentas o abusivas. Adems, se argumenta que, al permitir a los jueces ejercer su discrecin, el criterio del inters superior garantiza la justicia individual. Por otra parte, se sostiene que la investigacin en ciencias sociales no ha establecido la cantidad de tiempo que los padres necesitan para mantener una relacin significativa.

-Pruebas que refutan los argumentos de la tercera ola

Los argumentos de la tercera ola son problemticos en muchos aspectos. En primer lugar, la norma del inters superior del menor es vaga e indeterminada, ya que el inters superior del menor est en gran medida sin definir, carece de consenso jurdico y se basa en especulaciones sobre la conducta futura.

La ausencia de una definicin clara del inters superior hace que la norma sea inviable. En segundo lugar, la norma otorga a los jueces una discrecionalidad sin lmites en la toma de decisiones, basada en sus prejuicios idiosincrsicos, en un rea en torno a la cual tienen poca o ninguna formacin o experiencia, por lo que est sujeta a error judicial. Esta discrecionalidad puede dar lugar a resultados impredecibles e incoherentes. En tercer lugar, las decisiones basadas en el inters superior del menor reflejan una presuncin de custodia exclusiva y un sesgo judicial; los jueces pueden tener ideas estereotipadas o anticuadas sobre las funciones del padre y de la madre que sesguen sus decisiones. En cuarto lugar, el criterio discrecional del inters superior del menor sostiene, intensifica y crea conflictos, y alimenta los litigios debido al incentivo de un contexto en el que el ganador se lo lleva todo y en el que un criterio tan indefinido proporciona un contexto en el que todo vale.

En quinto lugar, el criterio del inters superior del menor hace que el tribunal dependa de evaluaciones de la custodia que carecen de base emprica, ya que la base cientfica de la evaluacin de la custodia de menores es muy controvertida y las cualificaciones para convertirse en experto son, en el mejor de los casos, nebulosas. En sexto lugar, las opiniones de los nios y los padres sobre el inters superior del nio, que se centran en las necesidades de los nios y las responsabilidades de los padres con respecto a esas necesidades, son radicalmente diferentes de las opiniones del poder judicial, que se basan en el dficit. En sptimo lugar, con dos progenitores adecuados, el tribunal carece de base jurdica o psicolgica para distinguir a uno de ellos como "principal por encima del otro. Por ltimo, a pesar de la retrica del inters superior del nio, este no est representado en gran medida en los procedimientos judiciales de, ya que la disputa por la custodia opone los derechos de la madre a los del padre (Brown, 2014; Kruk, 2013).

Una presuncin legal de custodia compartida basada en un fundamento firme de pruebas de investigacin que definan las necesidades y los intereses de los nios en la transicin del divorcio proporciona una directriz clara y coherente para la toma de decisiones judiciales. Esta presuncin proporciona una norma clara por defecto, elimina la especulacin sobre la conducta futura como base para tomar decisiones sobre la custodia, limita la discrecionalidad judicial, mejora la determinacin y la previsibilidad del resultado, y reduce los litigios y los continuos conflictos entre los padres.

-El Camino seguir

Una verdadera presuncin legal de responsabilidad parental compartida otorgara a ambos progenitores la misma autoridad para tomar decisiones y un tiempo de crianza igual o casi igual en cuanto a su responsabilidad compartida en el cuidado de los hijos. De acuerdo con la investigacin actual, una presuncin de paternidad compartida maximiza la implicacin de ambos progenitores. Una presuncin legal de crianza compartida establece la expectativa de que los ex miembros de la pareja tienen el mismo estatus ante la ley en lo que respecta a sus derechos y responsabilidades parentales, y transmite a los hijos el mensaje de que sus padres tienen el mismo valor como progenitores. La crianza compartida sustituye el criterio discrecional del inters superior por un enfoque centrado en el nio y basado en el inters superior del nio desde la perspectiva del nio. 406E. KRUK

Hemos llegado a un punto de inflexin en la comprensin del inters superior del nio en situaciones de separacin familiar y divorcio? Esta pregunta fue el tema central de la Tercera Conferencia Internacional sobre el Derecho del Nio.

sobre la Paternidad Compartida en mayo de 2017. En concreto, hemos llegado a un punto en el que podemos concluir con confianza que el inters superior del menor se corresponde con una presuncin legal de responsabilidad parental compartida, refutable en casos de violencia familiar, negligencia, maltrato infantil u otras situaciones en las que los menores necesitaban proteccin de uno de los progenitores mientras seguan juntos? Estamos en un punto en el que las pruebas cientficas apuntan en la direccin de ordenar que la crianza compartida se convierta en la base del derecho de familia?

La respuesta a estas preguntas fue destilada por Sanfor Bravera al trmino de la conferencia: "En mi opinin, hemos superado el obstculo, hemos llegado a la lnea divisoria. Sobre la base de estas pruebas, los cientficos sociales pueden ahora recomendar con cautela la presuncin de paternidad compartida a los responsables polticos". Adems, aadi: "Creo que la crianza compartida cuenta ahora con pruebas suficientes [de que] la carga de la prueba debera recaer ahora en los que se oponen a ella, en lugar de en los que la promueven" (Bravera & Lamb, este nmero). Tambin se seal que varias jurisdicciones se han movido ahora en la direccin de establecer una presuncin legal refutable de custodia compartida. Una reciente resolucin del Consejo de Europa (Consejo de Europa, 2014), por ejemplo, anima a los Estados miembros a adoptar la crianza compartida como base del derecho de familia, como consecuencia del consenso emergente en la comunidad cientfica sobre los beneficios de la crianza compartida.

Con un consenso emergente sobre la viabilidad y la importancia de la custodia compartida, por fin se est acabando con los argumentos de quienes se oponen a ella. Las tres oleadas de argumentos en contra de la presuncin de custodia compartida se han abordado en la literatura de investigacin y se han encontrado insuficientes. Por fin ha surgido un cambio de paradigma hacia una norma jurdica de custodia compartida ms basada en pruebas y centrada en el menor.

 

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